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Quien se queda mucho tiempo mirando a los sueños, termina pareciéndose a una sombra”

-André Malraux-

viernes, 26 de septiembre de 2014

Eres un pasado sin recuerdos


Me inquieta el ruido que hacen las hojas de los árboles cuando las vapulea el viento. En el fondo el viento es el que me asusta, pienso que en un momento dado, azotará tan fuerte las ramas de los robles viejos que podría desprender alguna y caerme sobre la cabeza, dejándome sin sentido sobre la hojarasca que yace sobre el prado, hundida en la más profunda soledad.

El viento porta con su sonido tantos mensajes, que aunque no queramos oírlos, obliga a  que prestemos atención e instintivamente nos protejamos. Nos empuja, nos grita: sigo aquí! he vuelto de nuevo!... ¡nunca me fui!
Es capaz de recorrer grandes distancias y conseguir ponerme los bellos de punta con su voz angosta, con su acento embustero, con su lastimero gemido.
Abre puertas fuertemente cerradas, puertas que encadené con varios candados para protegerme de quien está al otro lado, pero sin remedio toda puerta tiene una rendija  en la madera podrida y ahí está, de nuevo ese viento agresivo que viene a traerme mensajes que no quiero escuchar  por el único resquicio que podía entrar.
Y entra, en dias sucesivos, tímidamente pero no me engaña y cada vez que me asomo a la ventana temo encontrarle ahí fuera, espiándome.
Se que se avecina un ciclón y que cuando menos me lo espere, derrumbará la puerta y quedaremos frente a frente, el viento y yo. Y no, no quiero sus caricias, temo su ira y su locura, temo quedar sepultada bajo las ramas de los robles.
Márchate por favor, deja que la brisa mediterránea se adueñe de mi mundo, vete por donde viniste y olvídate de la mujer que ya nunca mas existirá, reposa bajo las ramas de una higuera que tronchaste en un ya lejano invierno.
Eres un pasado sin recuerdos





sábado, 20 de septiembre de 2014

Trenzaré mi tristeza por Paola Klug

"Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello, de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los haría llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas. Que no se meta entre tus manos- me decía- porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa.Y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar cuando el viento del norte pegue con fuerza.
Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole.Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña, aun si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada por los canales que la luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza…
Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello. "

(Paola Klug, La PInche Canela).