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Quien se queda mucho tiempo mirando a los sueños, termina pareciéndose a una sombra”

-André Malraux-

viernes, 19 de diciembre de 2014

SOLO ECHAMOS DE MENOS EL SOL CUANDO EMPIEZA A NEVAR



Empiezo a ver las primeras felicitaciones navideñas  por todos lados y me estreso un poco.
Me encantan las combinaciones de rojos y  dorados, los adornos que parece que al mirarlos tengan sonido y esos copos de  nieve tan socorridos en las felicitaciones y que en Barcelona son tan raros de verse. No sé por qué razón este año, aunque agradablemente,  me sorprenden mucho vuestras felicitaciones tan lindas, pero lo cierto es que toda esta algarabía navideña  no me había chocado tanto en mi vida, será la edad.
 He empezado a ver vídeos de Navidad con la intención de encontrar alguno para felicitaros a todos las y cumplir con la tradición y  la verdad es que a los que os conozco y os quiero no hace falta felicitaros nada, sabéis que sois importantes para mí en Navidad y todos los días del año y a los que no os conozco personalmente y que ya me habitué a veros por los grupos y mi muro, estáis aquí porque disfruto de vuestra participación con lo que ya sois también una parte de mi día a día y os agradezco la oportunidad que me brindáis al saber cada día un poquito más de vosotros.
Estoy segura de que me dará el ataque compulsivo de compartir toda aquella felicitación navideña que me guste, por lo que seguramente antes de que llegue el día 24 os habré felicitado… unas cuantas veces?  Paciencia.
Vuestras fotos, pensamientos y posts son pequeños regalos que cada día llegan hasta esta pequeña pantalla, generosamente  y sin ser Navidad y  os aseguro que los valoro, los disfruto, conseguís que ría, que me indigne con la política, que me esperance con nuevos proyectos  y acciones y hasta que alguna vez me emocione y suelte una lagrimita.
Supongo que para los que seáis religiosos  tendrá más sentido la palabra Navidad que para mí que  es simplemente un  motivo de festejo, comidas copiosas, algún regalillo y sobretodo la reunión de mi familia al completo. 
Sigo pensando en qué sentido tiene para mí la Navidad  y como somos una familia que nos reunimos todas las semanas y  aunque falte alguno, no pasan más de dos semanas sin vernos, el significado de la Navidad  todavía pierde más gas, porque  si la Navidad significa unión en mi familia siempre es Navidad, nos encontramos todas los sábados y reímos y en ocasiones hasta cantamos, con perdón de los que cantan bien. Mi madre que tiene 91 años y está hecha una flor nos reune en torno a la mesa con mi hermana Angelines que es mi madrina en toda la extensión de la palabra  y todos sus hijos y parejas que son mis niños queridos. También está mi  prima germaneta Eva  guapa donde las haya y su linda familia, mi querido tito Polín que me ha demostrado ser un crac en momentos complicados de mi vida al que quiero mucho  y como no mi propia familia, la de casa, a la que hoy miro y me enorgullezco por verles mayores y buenas personas y mi querido yerni, un solecito al que adoro.  Me hacen sentir muy bien todos ellos y otra persona importante en mi vida mi Rusiña a pesar de todo mi cuñáaaa y una de mis mejores amigas.
También están  esos amigos maravillosos, los que han estado al ladito cuando hay  problemas y penas,  me refiero a esos que ya son familia, a los buenos,  de los que me siento muy cerca, a los que conocí en el parque, en el trabajo, en tantos sitios  y  sobretodo a mi  amiga “germaneta” que no pasa una semana sin que nos veamos, ni un solo día sin que charlemos y que es un gran apoyo en mi vida, pues nos mueve el espíritu muchas cosas comunes.
Tampoco olvido a mis amigos de la juventud, que aunque nos veamos raramente cuando lo hacemos no ha pasado el tiempo y sabemos que siempre estaremos ahí y que podemos confiar.   Y como no a todos los que os he conocido en internet,  que ya sois mi familia virtual y que sabéis que os quiero mucho, son muchos años ya de hablar atravesando océanos y continentes y siempre queda esa ilusión de algún día poderos dar un abrazo muy fuerte.
Y es así, cuando a pesar de las vicisitudes de la vida me doy cuenta de lo afortunada que soy y de cuanto debo dar las gracias al universo, de nuevo vuelvo a perder de vista el sentido de la Navidad.
Y a pesar de tantas bendiciones soy consciente de que hay algo que no encaja y que tanta luz y tanto adorno no son mas que un maquillaje que enmascara grandes tragedias.
Empieza la Navidad y al salir a la calle para ir de casa en casa en romería, volverá a caernos la cara de vergüenza viendo la pobreza que azuza a la gente que ha quedado excluida de la sociedad, porque son reales, porque  están ahí y poco haremos por ellos, probablemente mirar a otro lado e intentar olvidarlos y seguir con la juerga. Me cuesta entender como hemos llegado a este punto de insensibilidad, de ser capaces de ver muertes en la tele y no morirnos y de ver gente agonizando social y físicamente en la calle y no conmovernos efectivamente, pero se que es muy probable que como tantas veces, pase de largo y no haga absolutamente nada.
 Creemos que haciendo la colecta de comestibles y colaborando con un supermaratón una vez al año somos buenos y así contentamos nuestras conciencias,  pero este desastre ya ha adquirido dimensiones descomunales y  ya no podemos seguir ignorando lo que ocurre impasibles. No sé qué debamos, que podamos hacer pero creo que  llegó el momento de reaccionar, de cambiar para no sucumbir en lo poco de humanos que nos queda.
 En las calles hay  hambre de pan, de justicia  y de libertad. Esto que antes me parecía una especie de tópico cada día lo siento más presente.  Esa libertad que hemos perdido sumisamente, poquito a poco, sin decir ni pio no vaya a ser que nos toque a nosotros la china, tratando de chiflados a los que por lo menos si han salido a dejar oír su voz  y se han jugado el tipo en manifestaciones que nunca sabemos cómo terminan y donde algunos de ellos acabaron encarcelados por defender la libertad y la justicia pasarán estas fiestas  desamparados, otros condenados por oponerse a desahucios y tantos otros que hasta se han quitado la  vida por la  desesperación.  Toda esa infancia que sufre carencias y que son nuestro futuro. Jamás en cincuenta y tres años vi un país tan devastado por la corruptela y la inhumanidad de los poderes.  Y así vamos a seguir cayendo todos, uno a uno como una torre de naipes si no despertamos pronto y enmendamos todo lo que está mal.
Resumiendo y para no seguir dándoos la tabarra,  lo único que voy a desearos  para estas fiestas no va a ser amor que aunque  es tan importante con la que está cayendo parece una frivolidad, ni que nos toque la lotería, solo pediré salud, mucho cariño y que todos tengamos lo suficiente que precisamos para vivir dignamente, trabajo, neveras llenas de comida, educación para nuestros jóvenes y niños, hospitales  y  la  rápida reintegración de todas esas víctimas, familias, trabajadores en paro, que han sido excluidos por culpa de los avariciosos, corruptos y especuladores  y de los que no hemos sabido defendernos en la unidad y la solidaridad.

Gracias a todos por estar ayer y hoy en mi vida de una u otra forma. No os voy a desear una feliz Navidad, me parece  poco para cuanto recibo de vosotros, os deseo una feliz vida.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Imágenes de un mundo sin nosotros







Hay días que nuestro estado de ánimo nos aboca a la introspección, al recuerdo y por qué no, a la melancolía. Buscando fotos de mi lugar favorito de Barcelona, la avda. María Cristina y cuanto se percibe desde ella, me topé de lleno con uno de mis mas arraigados recuerdos, el desaparecido parque de atracciones de Montjuic. Me puse a ver fotos en el google de ese lugar maravilloso para mi, que de la mano de mi padre visité tantas veces. Un recuerdo arraigado a su recuerdo. Un parque que estaba muy cerquita de mi escuela y que todos los días veía asomar de entre los árboles su noria.
Di con un artículo estupendo de un bloguero y en el siento que extraña ese parque tanto como yo. Espero que lo disfrutéis y también el vídeo que adjunta al final del artículo que no tiene desperdicio, despierta los sentidos. Con este tipo de cosas siento el rápido paso del tiempo, es como contemplar una estrella que no es mas que la luz que reflejaba un planeta que ya está muerto hace muchos años.
Gracias Francisco Machuca




" imágenes de un mundo sin nosotros son realmente escalofriantes, son la Estatua de la Libertad semienterrada al final de El planeta de los simios" (uno de los comentarios del post)


http://fmaesteban.blogspot.com.es/2012/06/parque-de-atracciones.html



PARQUE DE ATRACCIONES


Dedico este texto a mi hijo Alex

Hace unos años tuve una pesadilla. Estaba en un parque de atracciones abandonado bajo una fina lluvia ácida y un cielo oscuro. Me introduje en una atracción de cuyo nombre estaba escrito en un letrero deteriorado por la intemperie, colgado de un saliente de hierro, un cartel que crujía melancólicamente con el viento: El Túnel del Terror. Las vagonetas estaban fuera de los raíles. Pasé por encima de aquel destrozo para dirigirme hacia el interior de la gruta. Entonces me dije en voz alta a medida que avanzaba: “Veo el fin de la humanidad como un parque de atracciones abandonado”. Me desperté de súbito muy atemorizado, pero también muy frustrado por haber despertado demasiado pronto sin saber con lo que me iba a encontrar en mi inquietante aventura.




De niño me encantaban los parques de atracciones. Para mí eran los espacios esenciales donde podía materializar mi exacerbada imaginación. El Tiovivo, de cuyo corcel majestuosamente tallado en madera, me servía para cabalgar hacia horizontes lejanos. Me subía a La Montaña Rusa para desafiar la ley de la gravedad y a todos los vientos en un doble looping que desataba de mi interior un grito de guerra, listo para todas las batallas. Me paseaba por La Casa de los Espejos, como una Alicia, con mi cuerpo distorsionado desafiando las leyes de la anatomía hasta convertirme en un monstruo dispuesto a espantar a mis peores enemigos. Me adentraba en El Laberinto Mágico de cuyo esfuerzo orientativo tenía que conducirme hasta el mismo corazón de mi propio ser. Era un Minos, pero sin sentir odio por el Minotauro. Esperaba emocionado en la estación del horror a que llegara El Tren Fantasma que me daba la oportunidad de subir a su vagón de dragón de ojos de fuego para llegar al centro de la tierra. Los ojos centelleantes del dragón iluminaban, esporádicamente de entre las sombras, criaturas horribles y maravillosas a la vez. Para calmar los nervios de tantas emociones y aventuras me subía a La Noria Gigante. Era el lugar idóneo para besar a la chica en la cúspide de la cima. Desde allí podía llegar a tocar las nubes de septiembre. Si subía en las noches de agosto podía tocar las estrellas con las dos manos, y la ciudad, allí abajo, se convertía en un mundo puntilloso e insignificante fuera de combate en una lucha absurda de la vida. El placer que me daba Los Autos de Choque; superaba al más ingente de los millonarios subidos a sus ferraris recorriendo autopistas hacia ninguna parte. En el auto de choque desataba mi agresividad contenida que echaba chispas en el cielo de alambre y lona. El Castillo del Terror era lo más con sus mil puertas engañosas y monstruos aguardando detrás de cada una de ellas. Allí aprendí que si en la vida no arriesgas, el miedo siempre te vencerá en detrimento de quién lo impone. Y mucho más. Mucho más. Allí nuestros padres cambiaban de semblante, eran más condescendientes. Te subías a una atracción y en cada vuelta los veías sonrientes custodiándote el palo de azúcar y el globo. Dos niños recuperados en un momento fugaz.











Todo esto lo experimenté en los dos parques de atracciones que existieron en Barcelona: El Tibidabo y El parque de atracciones de Montjuïc. El primero se inauguró en 1900 y fue el segundo parque de estas características de toda Europa. Era un lugar realmente entrañable. Solo el modo de llegar allí – el funicular – ya era toda una atracción. Fue fundado por el Dr. Andreu, el de las famosísimas “pastillas para la tos Juanola”. Como un cuento de hadas. En el parque llegaron a realizarse unas cuantas películas. Las más famosas fueron: La vida es magnífica (1964), de Maurice Ronet. El maquinista (2004), de Brad Anderson y Vicky-Cristina-Barcelona (2008), de Woody Allen. También estuvo allí para inaugurar una atracción: El Pasaje del Terror, el mismísimo Anthony Perkins. Cortó la cinta con unas tijeras que no quiso soltar. El gran actor: elegante y tímido, todavía le quedaba los tics de Norman Bates.
Pero ni Bates se hubiera atrevido a realizar semejante villanía. El Tibidabo entró en decadencia por culpa de los nuevos directivos; yupis y tiburones de las finanzas. Destrozaron mi mundo infantil. No dejaron ni un solo vestigio del pasado. Talaron árboles para construir viviendas para ricos. Los técnicos dejaron de revisar las atracciones como era debido. Una atracción llamada El Péndulo cedió a su peso y el brazo articulado que elevaba a los pasajeros a 38 metros de altura cayó a una velocidad de 100 km/h en 2.8 segundos. Una niña de quince años perdió la vida. Los tiburones obligaron a sus empleados que no hicieran ningún tipo de declaración.


Hoy el parque sigue en activo pero ya no es ni la sombra de lo que fue.










Parque de atracciones de Montjuïc. Se inauguró en 1966. Allí pasé momentos inolvidables y nunca olvidaré aquella atracción llamada El Tren Fantasma, que me introducía al corazón más oscuro de las antiguas civilizaciones. El parque sufrió el mismo destino trágico. Intereses financieros acabaron con la savia. Para desacreditar el parque, unos seres muy oscuros surgidos de oficinas que harían palidecer al mismísimo Diablo, manipularon la vagoneta de El Tren Fantasma; ese dragón de ojos de fuego. Dos personas resultaron heridas. Salieron despedidas y chocaron contra un muro. El tren quedó descarrilado como en mi pesadilla. El parque fue clausurado para siempre en 1998.



Este fue mi dragón de ojos de fuego (El Tren Fantasma)
Poco tiempo después volví a ese lugar y me encontré con esta visión apocalíptica:












Deseé con todas mis fuerzas que los responsables corrieran el designio de la historia de la novela de Ray Bradbury, La feria de las tinieblas. Bradbury cita al principio del libro a W. B. Yeats: “El hombre ama, y ama lo que desaparece”. Yo más bien diría: “El niño ama, y ama lo que se le arrebata”.



O que se vieran envueltos en la misma situación que los personajes de la película La casa de los horrores (1981), de Tobe Hooper.



Luego vino la adolescencia que es la indefinición, la perplejidad ante el entorno, la insatisfacción. Una etapa doliente. Atrás quedaba la magia de la infancia, esa felicidad para borrar los límites entre el juego y realidad, soñar despierto o creer, en definitiva, que todo o casi todo podía ser posible.

Os invito a que veáis este vídeo que encontré por azar y que me ha emocionado sobremanera. Desde aquí le doy las gracias a su creador Sergio Alfonso que recupera una vieja película en Super 8 de su infancia filmada en el parque de Montjuïc en 1974, justo en el mismo año que yo pululaba por allí, y ha solapado imágenes del parque abandonado antes de su definitiva desaparición. El final del vídeo me ha estremecido por la gran similitud de la pesadilla que cuento al principio de este largo texto.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Negar la propia naturaleza




Muchas veces viendo refunfuñar a personas mayores pensaba que latosos, están amargados.
Será que empiezo a ser una persona mayor porque ya puedo comprender sus actitudes negativas.
El paso de la vida nos muestra la cara dulce pero también la cara amarga de quienes nos rodean.
Las decepciones empiezan a amontonarse en mi placar y me prometo una y otra vez no dejar que nadie entre en mi círculo,que nadie esté tan cerca de mi que llegado el momento me pida algún favor, o que me pueda hacer daño, pero la naturaleza manda y quien en su naturaleza lleva la gilipollez supina en grado máximo, cae una y otra vez en ceder terreno y así de nuevo vuelvo a tener esa desagradable situación de ser utilizada y una vez pasado el interés, me siento arrastrada por el viento.
En fin, una nueva decepción para la larga lista de palos de los últimos años.
Que nadie se confunda al leer este texto, no me estoy quejando, solo es un razonamiento consciente.
Hoy he tenido que echar un cable testificando en el juzgado,  a favor de alguien que me dañó en lo mas profundo y que no tuvo reparos en pedirme ese favor con toda la cara dura del mundo.
Pude negarme a ayudarle, pude decir que no me llegó citación alguna, pues sorprendentemente llegó por correo ordinario, pero no, en mi naturaleza no existe el perjudicar, eso si, refunfuñar cada día se me da mejor, pero creo que es una de las pocas libertades que puedo tomarme hoy en día,
Será la edad, o será que empiezo a estar muy harta de que la gente se aproveche de mi buena fe.
Creo que voy a retirarme a vivir a una cueva, lejos de todos o sucumbiré al hecho de que debo  construirme una coraza de mal humor y mal genio y quizás así consiga que los cuervos se alejen de mi.

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sábado, 25 de octubre de 2014

"El amor es un estado febril, lo curas o se te queda crónico"


"El amor es un estado febril, lo curas o se t queda crónico"

No se de quien es esta frase,  la escuché decir a un amigo un día en el que se sentía muy trascendental  y hablaba tierno sobre las cosas de la vida, abandonando  por una vez esa ironía ácida que le caracteriza.
Empiezo a creer que tenía razón con esa afirmación.
Inexplicablemente no pasa un solo día en que no piense o  mencione a una gripe que me duró casi una década y para la que me medico todos los días para no caer en cama con fiebre alta de nuevo.

No termina de curar. Pensé que el verano con su sol, con su mar y esa luz característica me traería la curación definitiva, pero no es así.
El hecho de que de vez en cuando me lleguen noticias de los efectos de ese virus sobre otras personas no me ayuda demasiado, pero tampoco se como evitarlo.
El virus deja enfermos por todos lados, pero conmigo se  comporta como una vacuna que cada tres meses aproximadamente  me dice: eh! quiero informarte de que sigo aquí y además voy a contarte una vez más lo enfermo y solo que me siento.
Lo único bueno de esta situación es que de tanto acatarramiento que he sufrido, se que lo último que debo hacer es compadecerme y acercarme a él, porque el resultado siempre es el mismo, me contagia su tos, su fiebre y quedo debilitada.
Me autodeclaro en cuarentena indefinida, alejada de todo aquel virus gripóreo que planee crear una epidemia sobre mi en este invierno que está anunciándome su llegada a mi ciudad.




viernes, 26 de septiembre de 2014

Eres un pasado sin recuerdos


Me inquieta el ruido que hacen las hojas de los árboles cuando las vapulea el viento. En el fondo el viento es el que me asusta, pienso que en un momento dado, azotará tan fuerte las ramas de los robles viejos que podría desprender alguna y caerme sobre la cabeza, dejándome sin sentido sobre la hojarasca que yace sobre el prado, hundida en la más profunda soledad.

El viento porta con su sonido tantos mensajes, que aunque no queramos oírlos, obliga a  que prestemos atención e instintivamente nos protejamos. Nos empuja, nos grita: sigo aquí! he vuelto de nuevo!... ¡nunca me fui!
Es capaz de recorrer grandes distancias y conseguir ponerme los bellos de punta con su voz angosta, con su acento embustero, con su lastimero gemido.
Abre puertas fuertemente cerradas, puertas que encadené con varios candados para protegerme de quien está al otro lado, pero sin remedio toda puerta tiene una rendija  en la madera podrida y ahí está, de nuevo ese viento agresivo que viene a traerme mensajes que no quiero escuchar  por el único resquicio que podía entrar.
Y entra, en dias sucesivos, tímidamente pero no me engaña y cada vez que me asomo a la ventana temo encontrarle ahí fuera, espiándome.
Se que se avecina un ciclón y que cuando menos me lo espere, derrumbará la puerta y quedaremos frente a frente, el viento y yo. Y no, no quiero sus caricias, temo su ira y su locura, temo quedar sepultada bajo las ramas de los robles.
Márchate por favor, deja que la brisa mediterránea se adueñe de mi mundo, vete por donde viniste y olvídate de la mujer que ya nunca mas existirá, reposa bajo las ramas de una higuera que tronchaste en un ya lejano invierno.
Eres un pasado sin recuerdos





sábado, 20 de septiembre de 2014

Trenzaré mi tristeza por Paola Klug

"Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello, de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los haría llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas. Que no se meta entre tus manos- me decía- porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa.Y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar cuando el viento del norte pegue con fuerza.
Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole.Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña, aun si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada por los canales que la luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza…
Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello. "

(Paola Klug, La PInche Canela).




lunes, 25 de agosto de 2014

La higuera

Por fin consiguió, aunque a regañadientes, que Josu cortara una rama de la higuera gigante que hay fuera de la empresa.
Enrolló el extremo de la pequeña rama en un trapo mojado y lo introdujo en una bolsa de plástico para que no mojara la maleta de mano.
Sonaron las diez y contenta arrastró su maleta  hasta el taxi que le esperaba. El taxista abrió el maletero y la introdujo dentro. Ella quiso quedarse con la pequeña maleta donde viajaba la higuera, mientras el taxista le miraba extrañado.
Llegó a la estación de autobuses y como siempre se sentó en uno de los bancos del andén a esperar que llegara su autocar.
La gente la miraba intrigada  al ver la rama de higuera que salía de la bolsa, pero a ella le daba igual, había perdido el sentido del ridículo y le podía la ilusión del viaje y el pensar en que lugar del prado plantaría esa higuera.
Por fin llegó el autocar. Subió y afortunadamente no compartía asiento con nadie, así que  pudo acomodar su higuera en el suelo para que no sufriera ningún daño.
Muchas horas de viaje y nuevamente no conseguía conciliar el sueño, así que siguió pensando en su destino, en lo que encontraría a su llegada.
Todo fue como de costumbre.  El vino a recogerla con su chofer a la estación. Un beso, una mirada extraña a la higuera que ya estaba un poco pocha por el viaje,  buscar la maleta en el autocar  y  así con pocas palabras más regresaron a  la casa del bosque en el coche.
Los perritos como de costumbre saltaban felices al volver a verla y ella se sentía feliz de estar de nuevo en casa. Siempre que llegaba guardaba unos premios en el bolsillo y ellos lo sabían. Empezaron a girar sobre sí mismos para conseguir las preciadas chucherías. Amaba a esos perros anárquicos y libres.
Siempre que regresaba llevaba algo nuevo para la casa , algo suyo y personal, que le pudiera recordar  a su tierra,  cuando se quedara a vivir allí definitivamente, porque ya quedaba poco tiempo para hacer el viaje definitivo que la alejaría de los suyos y del mar.
Sintió unas ganas incontrolables de plantar la higuera en algún lugar algo alejado de la casa, pues las raíces  buscan la humedad y levantan cualquier suelo para encontrar agua.
Al final decidió plantarla  donde termina el prado y cerca del río.
La última vez que se vieron, hablaron de plantar un pequeño huerto, algún frutal que resistiera las bajas temperaturas del lugar. Ella no entendía nada de agricultura y veía difícil que nada pudiera crecer allí, pero algo si tenía claro y es que si algún árbol plantaban, sería una higuera y una jacaranda.
La jacaranda representaba el principio de su romance, cuando el le hablaba de las flores azules que crecen en la montaña y nacen cuando se derrite la nieve. Ella le hablaba de las jacarandas que adornaban cada mayo la calle donde se encontraba su trabajo. Varios poemas brotaron inspirados en  todas esas flores malvas y azules de sus conversaciones, mientras se perdían sus amores por los senderos de robles viejos.
La higuera representaba  el final. 
Había alimentado la idea peregrina de que vivirían muy felices después de saltar tantos obstáculos durante tantos años y  hablaron medio en broma medio en serio, de que cuando llegara el fin los dos yacerían toda la eternidad debajo de una higuera que crecería junto a ellos a lo largo de sus vidas juntos.
Y así, pensando en ese momento, ella cabó un agujero hondo donde plantó la higuera e imagino en que dirección serían depositados sus cuerpos, ¿orientados al sol?, ¿orientados al río?
Los caballos llegarían cada primavera a pastar al prado y algo de ellos seguiría corriendo por  esos bosques que tantas veces recorrieron enamorados. 
Esos pensamientos que podían parecer macabros en su mente eran lindos, eran una promesa, un lazo de ambos en el más allá y hasta podía sonrreir imaginando con cuanto mimo iba a cuidar esa higuera.
Pero  la vida da muchas vueltas. Lo cierto pasa a ser incierto y las verdades se vuelven mentiras. El paso del sol día tras día va quemándonos poco a poco la piel y también el corazón y  es que el sol ilumina pero es muy peligroso mirarle. Te deslumbra y te quedas ciego. Cierras los ojos aturdido y así permaneces un tiempo sin enterarte de nada hasta que recuperas el enfoque de nuevo y las cosas no son como las recordabas y desorientada te  preguntas que ha sucedido. Eso le ocurrió a la plantadora de la higuera.
No se si la higuera seguirá en ese lugar pero tampoco es importante, probablemente se la hayan comido los caballos o la hayan arrancado los perros, que mas da.
Hoy leí el post de una buena amiga en el que se asombraba de que nada le importe, pero creo que solo es algo que dijo para conformar su corazón de alguna manera. Lo que fue importante siempre lo será, por mucho que consigamos aislarlo en un cajón de nuestra memoria. Siempre veremos una calle, un lugar, una higuera que nos devuelva los recuerdos aunque cada día que pase duelan menos. 
Ayer compré una higuera en un bazar chino, enraizada en un tiesto y con bastantes higuitos verdes , lo que le da mas posibilidades de supervivencia. 
Yo,  con una visión mas realista y menos romántica que la de la protagonista de este relato y con la única intención de comerme los higos, que es la única aspiración que se debe tener sobre una higuera, no me resistí a comprarla.  Hoy la trasplantamos a un tiesto mas grande y me propongo verla crecer, por lo menos hasta que toque el techo, después ya veremos que hago con ella.
 Bona nit.

martes, 12 de agosto de 2014

ROBIN WILLIAMS, capitán, mi capitán






Hoy desperté con una triste noticia, la muerte del actor Robin Williams.
Sin duda fue para mi el mejor actor, elegía con acierto sus papeles y lograba llegar a  mi corazón y despertar mis emociones. Recuerdo tantas películas suyas que me impresionaron, siempre tan bonitas, con esa carga de humanidad de la que tan faltos andamos en estos días en los que el mundo arde como una pira.
Lo siento profundamente y alguna lágrima ha rodado por él.  Nunca lo conocí y nunca la voy a conocer, pero se convirtió en algo especial para mi a través de su arte.  Solo tengo para el palabras de agradecimiento, por existir y por hacer la vida mucho mas bonita, aunque solo fuera en la imaginación.
Ojalá que como en tu película exista la reencarnación y podamos encontrarte en otras vidas.
Descansa en paz Robin, ojalá hayas llegado al paraiso del pais de los sueños.
Hasta siempre capitán, mi capitán....



lunes, 4 de agosto de 2014

Sí, es mágico




¿Por qué me siento así? Parezco una furtiva, como si estuviera haciendo algo prohibido y las miradas del mundo se concentraran en nosotros.
Soy libre, no tengo ataduras de ningún tipo  y a estas alturas de la vida sin embargo,  me siento observada, vigilada como una fugitiva que tuviera que esconderse.
Será que hace tanto que no me sentía tan feliz.  Hace mucho tiempo  que nadie me robaba besos en mitad de la calle como lo haces tú, dejando de lado a la gente que pasa ajena a nosotros.
Y con cada uno de tus abrazos siento deseos de esconderme tras mi paraguas rojo y no, no creas que siento vergüenza ni nada por el estilo, quizás es que asocio todas estas emociones a cuando era más joven y besarse en la vía pública no estaba bien visto, o puede que no quiero que nada ni nadie comparta este instante solo nuestro.
 Es una sensación divertida esta emoción que renace en  cada uno de tus mimos, sentir tu cariño, nuestro impaciente deseo de abrazarnos a cada paso. Todo eso que vuelve a despertar en mí cada vez que nos miramos, al punto de sentirme muy joven de nuevo aunque el reloj biológico no se detenga, pero hoy yo soy capaz de frenar la rotación de la Tierra.
Vagabundeamos por el viejo París, debajo de un paraguas que no abarca  dos corazones tan inmensos. Te miro y sé que mereció la pena esperarte tantos años, que eres tú y no me equivoco. Me turba tu atrevimiento, tu distensión me inquieta y me divierte a la vez. 
Sorprendentemente no hay nada en el entorno que  me atraiga tanto como tu mirada y sentir  el calor de tu brazo sobre mis hombros. Quisiera que este instante se eternizara en el tiempo. Ando tan centrada en mis pensamientos, en mis sensaciones que hasta consigo oír el latido de mi corazón.  Produces en mí una felicidad que tenía olvidada de hace muchos años, que no creí poder recuperar jamás, sin embargó está aquí y me abraza con fuerza y pasión.
Ni el Sena, ni le Sacre Coeur, nada puede distraerme del afán de contener éstos momentos mágicos dentro de mi memoria, de vivirlos tan intensamente, al punto de grabar las huellas de tus dedos en mis manos.
La lluvia arrecia y me arrastras corriendo, no consigo parar de reir mientras la lluvia va calando sobre nosotros. La lluvia y la risa, que feliz asociación.
No puedo creer que ninguno de los dos hayamos recordado hacer una sola foto con el móvil, supongo que la ceguera transitoria  nos impidió divisar ningún paisaje más bello que nuestro cariño. La tour Eiffel no era lo suficientemente grande para distraernos de nuestro dulce juego.
Quizás si es cierto lo que dicen de París, París es mágico.







Molinillos de viento




Alargó su brazo hacia mí y en su mano me mostró un pequeño molinillo de colores,  de esos que giran al ritmo que marca el viento.
Era un juguete muy sencillo pero viniendo de él  se convirtió en mi mayor tesoro y lo custodié con celo, porque en él centraba todas mis expectativas e ilusiones… todo mi amor.
Escuchar una simple frase de sus labios hacía que sus  aspas enloquecieran  y mi mundo se tornaba de colores danzarines, que daban vueltas sin cesar  y en su danza me embriagaban de felicidad.
Y así pasaba los días, contemplando ese molinillo que un día  él depositó en mis manos. En las mañanas al despertar suspiraba deseando que hiciera mucho viento, que mi molinillo diera muchas vueltas,  un día de esos en los que mi corazón se inundaba de  primaveras, un día en los que ningún problema podía enturbiar mi dicha, pues cuanto podía sentir  era su sonrisa y su mirada. Otras veces en cambio,  el molinillo permanecía inmóvil. El aire no tenía suficiente fuerza para hacerlo girar y el oxígeno no llegaba a mis pulmones, entonces la tristeza y la incertidumbre se adueñaban de mí y tampoco conseguía concentrarme en nada más que en correr a mi balcón constantemente en espera de un poquito de brisa que me trajera las noticias de mi amado.  Y así todos mis deseos y mis proyectos dependían de un pequeño molinillo de plástico de colores, movido por el azar del viento.
El viento, esa sensación sin color ni olor, con sonido y tacto, se había adueñado de mi voluntad y de mi mente. Ese viento incontrolable que no espera a nadie, que se abre paso por las rendijas y que no duda en arrasar cuantos obstáculos se le crucen en el camino, sin importarle las consecuencias de su vagar pues es  libre.
Ese viento que hacía vibrar a mi molinillo, un día de primavera inesperadamente, me lo arrebató de las manos de un soplo,  con la misma facilidad que lo trajo hasta mí. Corrí deprisa tras él, en un intento vano de recuperarlo. Corrí y corrí detrás con fuerza y cuando ya lo tenía agarrado del palo, decidí soltarlo y liberarme.
El polvo levantado se metía en mis ojos y en una bocanada del enojado viento caí de bruces sobre un charco de tristeza mientras veía como se alejaba. Había decidido dejar marchar la alegría de mi vida y recuperar mi libertad, dejar de seguir atada a un azar lleno de ansiedad e incertidumbres.
Permanecí varada  en el suelo, no sé cuánto tiempo, envuelta en un remolino de polvo que me cegaba y cuando por fin el viento cesó, me levanté  y solo entonces comprendí que no había parado de correr detrás de una quimera desde el primer momento en que el preciado juguete cayó en mis manos y que esa última carrera en la que un mal viento se lo llevó no había sido otra cosa más que una despedida anunciada.
En ese mismo momento recuperé mi voluntad y mi vida y sin mirar atrás volví a decirle adiós para siempre a mi molinillo de viento, adiós mi amor.

"Quien se queda mucho tiempo mirando a los sueños, termina pareciéndose a una sombra"
-André Malraux-



miércoles, 16 de julio de 2014

Corre corazón!

El cielo está tan nublado como su mente al despertar.
Cuesta levantarse cuando nadie te espera en ningún lado, cuando da lo mismo la hora a la que despiertes porque no hay un lugar específico  a dónde acudir, ninguna obligación  ni mundana ni sagrada.
Es un día más, un día que se definirá por ver el paso de las horas y por la apatía, como todos desde hace mucho.  Un día de la marmota eterno que se repite casi a diario.
No queda otra más que obligarse a  salir y así sale a la calle a pasear a su perro.
Hoy tomará otra dirección, ya tiene muy visto el barrio y el jardín de delante de su casa, hoy el paseo será por el parque.
Le gusta el color del día, las nubes tapan ese sol abrasador de verano y hasta se encuentra bien, está tranquila y observante de su entorno.
Al internarse en el parque  vuelve a sentirse privilegiada por vivir en su ciudad, donde todo es posible y la belleza es una constante.
Su corazón se sobresalta y casi no puede creer lo que ve. No es posible que él esté tan cerca, justo delante suyo caminando por el parque. ¿Como es posible que esté en su ciudad?
Ralentiza su paso y se para a cierta distancia y desde ahí  le observa, parado en el semáforo y siente como su corazón se le sale del pecho.
Sigue en su línea, viste igual que siempre,  con  pantalones claros y una pequeña mochila colgada en su espalda y ese pelo tan tieso y lleno de remolinos.
El semáforo cambia y el camina rápido ignorante de cómo le observan, como si tuviera prisa por llegar a algún lugar.
Ella duda si llamarle o si salir corriendo en dirección contraria y se decide por la segunda opción. Necesitaba ver su rostro, confirmar que ese cuerpo era el de él, que su memoria no le jugaba una mala pasada.
Después de tanto tiempo coinciden en el lugar más insospechado, pero su historia  es un libro que quiere mantener cerrado para siempre.
La duda se apodera de su mente y una vez más siente esa sensación de vulnerabilidad.
Piensa en que ocurrirá si él ha venido a buscarle de nuevo, cuáles serán sus palabras y todavía duda en cuáles serían las respuestas que le daría.  La cicatriz no está tan cerrada como creía. Su cabeza vuelve a ser un bordado de punto de cruz mirada por detrás, un verdadero embrollo de hilos de colores.
¿Qué vino a hacer aquí, tan lejos de su casa, qué está buscando?
No tiene soluciones  para tanta duda y pensar le cuesta demasiado, sigue impresionada.  Solo está segura de algo, no volverá a pasear por el parque, no fue una buena idea cambiar de trayecto, debe impedir a toda costa volver a verlo y caer en la  tentación de cruzar sus miradas.
El pasado vuelve a reaparecer, una vez más salta los cerrojos de las puertas y ella siente que viene a alcanzarla.

Corre, corre! Corre corazón y no mires atrás!




lunes, 7 de julio de 2014

Lunes monzónico


Hoy he despertado con el estrépito de varios truenos. Una tormenta ha inaugurado  mi ciudad en este lunes y  parece que por lo menos va a durar el resto del día, de hecho no ha cesado de llover y lo mejor es que me encanta.
Hoy tenía que hacer varias cosas, pero han quedado postergadas para cuando cese esta lluvia digna de los monzones asiáticos, no podía privarme de  contemplarla desde mi terraza.
Me hubiera encantado salir a la calle a empaparme , total estamos en verano y no creo que me hubiera resfriado.  Lo único que me hacía falta era atreverme a hacer algo que no hago desde niña, vencer el sentido del ridículo. 
Delante de casa hay un parque y con la lluvia no hay absolutamente nadie paseando. Hubiera sido tan fácil bajar y remojarme  y hacer un poquito la loca, después cruzar la calle y volver a mi casa y darme una ducha caliente, pero lo cierto es que no lo hice y empiezo a arrepentirme de haber dejado pasar una ocasión como esta, con una lluvia diluviana.
Supongo que me voy haciendo mayor y tardan en acudirme ideas locas como esta. Y ahora mismo la lluvia se dio una pausa.
 Cuando era pequeña, en la escuela, junto con mis amigas,  recuerdo habernos quedado en la pista de básquet bailando con los paragüas abiertos bajo la lluvia, emulando aquellas viejas películas de Ginger Rogers y Fred Astaire y no pasaba nada aunque esto ocurriera en invierno, a lo sumo un resfriado.  No nos importaba nada quien nos miraba ni las consecuencias, porque éramos niñas y solo nos importaba divertirnos, que maravillosos tiempos.
Pienso que envejecemos cuando empezamos a tener en cuenta la imagen que damos al exterior  y nos privamos de hacer todas esas cosas que nos gustan y que no son políticamente correctas a determinadas edades.
Dejamos de correr, de saltar y llega un momento en que hasta correr para alcanzar el autobús  empieza a ser complicado.
Voy a hacer una solemne promesa, si esta tarde vuelve a diluviar, voy a bajar al parque sin paraguas y me voy a empapar en agua de lluvia y giraré con los brazos abiertos igual que cuando era niña. Si se da la ocasión prometo poner una foto testimonial, aunque solo sea de mis pies.




sábado, 5 de julio de 2014

Te quiero Cuqui

Se que esto se ha terminado, que nunca voy a volver aquí, lo he decidido hace unas horas, pero solamente lo se yo, se con toda seguridad que voy a encontrar las explicaciones que justifiquen mi partida definitiva.
No volveré a ver los bosques de robles y encinas,  ni  recogeré las moras del camino que lleva al río.
No volveré a pasear en las tardes contigo mientras saltas alegre a mi alrededor, ni volveré a sonreír cuando das vueltas persiguiéndote el rabo para conseguir tu golosina. Creo que tu eres lo mas alegre que encontré en estos parajes castellanos, reino del invierno y la sobriedad.
Perdóname, me duele tanto dejarte atrás, no poder llevarte conmigo, porque aunque solo yo se que no volveré jamás a este lugar frío y triste, donde poco asoma el sol, quisiera que tu me acompañaras en el viaje y seguir juntas nuestro camino por la vida, pero no es posible, no me perteneces.
En estos momentos en los que repaso de un vistazo rápido todo el paisaje antes de subir al coche, creemé que lo único que me duele como un cuchillo clavado  es no llevarte conmigo. 
Ven abrázame una vez mas y lame mi  cara,  no te voy a regañar solo por esta vez. 
Te quiero Cuqui, aunque ya no estés.

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Mentir con los ojos

Era  imposible obviar los objetos estratégicamente descuidados por la casa. 
No podía cerrar los ojos a la evidencia una vez mas y callar, hacer como que no había visto nada.
¿Esto de quien es?  le preguntó  él con la cara seria.
Ella quedó sorprendida al darse cuenta del descuido y se acercó al escritorio donde el estaba sentado y  le dijo que las zapatillas eran del novio de su hermana, de cuando les presta la casa cuando ella  viaja y que seguramente se las había descuidado.
El podía adivinar la mentira en el tono de su voz y siguió mirándola por unos instantes mientras el silencio se adueñaba de la estancia.
Ella se sentó en la silla junto a él y tomándole de la mano le miró fijamente a los ojos diciéndole: ¿tu crees que yo dejaría que te traslades a vivir aquí conmigo si hubiera alguna otra persona en mi vida? ¿Me crees capaz de hacerte algo así? Tu vienes a mi casa porque yo te quiero.
El no terminaba de creerle, pero ella sostenía su verde mirada en la suya y rara vez alguien podía engañarle si conseguía escudriñar en las profundidades de sus pupilas. El la amaba tanto y deseaba intensamente que lo que le decía fuese verdad y recordaba que  le había dado pruebas muy importantes de su amor varias veces. 
No quería escuchar los gritos de alerta de su mente que quedaron ahogados por los latidos de su enamorado corazón.
Ella era capaz de mentir con la mirada y permitió que  el  volteara su vida con la frialdad de un pedazo de nieve de enero y un te amo falso en unos labios que compartía con otros hombres. 





viernes, 4 de julio de 2014

Tic tac


Sabía que el tiempo señalado había pasado y que el sueño no duraría mucho más. Daba igual las ganas que le pusiera en evitar lo inevitable, las profecías se cumplían una vez más y era consciente de que debía partir.
Solo necesitaba una excusa, un pequeño empujoncito que justificara su marcha, aún en contra de sus sentimientos.
Aferrarse a lo caducado no conducía a nada, solo a prolongar una agonía de lo que estaba finiquitado desde mucho antes de que naciera.
Y así ocurrió que  una tarde de abril miró a su alrededor, a cuanto amaba y se despidió con gran tristeza  para no volver.  
Y así tomada de su mano caminaba lentamente y con su mente, cerrando fuertemente los ojos  grababa en las yemas de sus dedos las huellas de sus manos que no volvería a acariciar en mucho tiempo. Sus pupilas les aislaban del entorno y  tras un fuerte abrazo una despedida que solo ella sabía que lo era sin poder evitar ser consciente del inmenso amor que le profesaba a pesar de todo y de lo que vendría mas tarde.
No ignoraba que debía dejar el tiempo correr  y alejarse para poder  recuperar una vez mas lo que siempre fue suyo desde el principio de los tiempos y en todas las vidas pasadas y futuras, aún en la rabia, aún en la distancia y el desamor,  el siempre seguía allí, imperturbable y callado.
Mira el calendario día tras día y presiente que se acerca la hora en que su mundo volverá a ponerse del revés. Llega el tiempo de la locura, de lo prohibido, de lo inconveniente e incómodo, de lo reprobable.
Un reloj  imposible de desechar está siempre suspendido entre los lazos que los unen a él con ella, a ella con él.
El tiempo que no cesa los vuelve a arrastrar de nuevo hacia el maquiavélico plan del destino.





GOYO



Hola Goyo. Ayer supe un poco más de ti.Es curioso como en ocasiones conocemos a personas cuando ya se han ido, por boca de sus familiares más queridos y justo en ese día en el que sabemos algo más de su pasado, los incorporamos a nuestra memoria y pasan de algún modo a formar parte de nuestras vidas y por eso hoy te dedico estos pensamientos y mis humildes letras.
Hace ya casi cuatro años conocí a al igual que a ti te conozco ahora, a otra persona, a tu esposa y madre de mi querido amigo Pepe. Pura o Candelas, Candelas o Pura decidió marcharse de este mundo a caballo de fuegos artificiales en la verbena de San Juan.
Aunque hace ya algunos días ella ya te estaba acompañando y reconfortando, ayer decidió no esperar más para emprender el viaje. Se acercó a ti y mientras dormías plácidamente te besó y cerró tu ojos para siempre. Sin dolor, sin angustia, se apagó la llama de tu vida en un dulce sueño mientras despertabas a otra vida más perfecta con el sonido de su voz en tu oído.
Atrás quedó tu cuerpo anciano y castigado por la vida y volviste a sentirte joven y ligero y sin mirar atrás, te aferraste a la dulce sonrisa y a la mano de Pura para recorrer una nueva etapa juntos.
Ella siempre cuidó de ti en vida y seguramente pensó que era mejor para ti partir antes de la verbena, pues a pesar de las maravillosas luces de los fuegos de artificio que iluminaron su camino la noche en que pasó al otro plano, el ruido era muy fuerte.
Ayer volvía de nuevo a reemprender ese camino pero de tu mano y lo único que quería era escuchar tu voz y con calma y en silencio mostrarte la senda de estrellas que lleva a ese lugar mejor, lleno de luz, donde te espera tanta gente a la que quisiste y que partieron hace ya mucho tiempo.
Ayer Pepe recordó mucho sobre ti, pudo entender muchas cosas y consiguió ser consciente de cuanto te quería, a pesar de que te lo ha demostrado todos estos años durante tu convalecencia y es que hechos son amores y él te amaba inconsciente e incondicionalmente.
En ocasiones los padres no sabemos transmitir todo nuestro amor a nuestros hijos por exceso de trabajo, cansancio, mil cosas. La afectividad la condicionan tantos factores que en determinadas etapas de la historia y circunstancias duras se llegan a reprimir los deseos de abrazar o besar a nuestros hijos, bien por querer hacerlos madurar y hacerlos fuertes. A ti te tocó vivir esos duros tiempos Goyo, esa época de cambios, dictaduras posguerra, soportando las duras tareas del campo y el peso de tatos hijos a los que alimentar, todos los que Dios enviaba en esos tiempos de la España profunda y rota.
Después tuviste que emigrar a una gran ciudad ajena y extraña, lejos de Soria, con toda tu gran familia , a ese lugar que luego sería tu tierra, Barcelona, donde luchaste duramente por los tuyos, hasta que ayer Pura te llamó y corriste amoroso a sus brazos.
Fuiste un hombre bueno, seguramente incomprendido como muchos, pero que junto con Pura supisteis sacar adelante a vuestros hijos, personas buenas y de provecho y eso quiere decir que hicisteis bien vuestro trabajo. Pepe y sus hermanos estos días se sienten mucho más tristes, más solos por vuestra pérdida, pero con la certeza de que os encontráis en un lugar mejor y eso les reconforta.
Seguro que a estas horas Pura y tú ya llegasteis al destino prometido y aunque andéis atareados abrazando a la familia y amigos que viven allí, tened por seguro que vuestros niños siempre os van a llevar en sus corazones hasta que llegue el momento de reuniros todos de nuevo.
Hoy te conozco un poquito más Goyo aunque muy probablemente tú ni sepas que yo existo.
Quién sabe si en un futuro, aunque la verdad espero sea muy lejano, Pepe nos presente a ti, a Pura y a mí y puede que en nuestra memoria permanezcan todavía los recuerdos de los pasos que dimos por la Tierra y hasta pueda mostraros de algún modo lo que un día os escribí para despediros y para que vuestra memoria permaneció en las redes de la Tierra que comunican a los seres humanos del mundo. Seguro que hoy mucha más gente os lleva en el pensamiento. Buen viaje Goyo. Un beso.






jueves, 3 de julio de 2014

Dejó de existir

Este post, inicio de este blog, se lo dedico a todos aquellos que sintieron partirse en dos sus corazones. A los que pensaban que su amor era para siempre y de hecho lo es,  porque el amor reside en  nuestro interior, solo cambia el receptor que decide si se queda o se va de nuestro lado.
Cuando todo termina nuestros besos buscan oxígeno en los recuerdos.


¿Te puedo pedir una cosa?
No te acostumbres a mí.
Ni a mi risa, ni a mis sonrisas en esos momentos, ni a mis besos, ni a mi olor. No te acostumbres a cómo te miro o te dejo de mirar, no te acostumbres a mi cara cuando "me enfado", ni a reírte de las cosas que digo. No te acostumbres... enserio.
Simplemente algún día me iré, nuestros caminos se separarán y echarás de menos esas cosas a las que un día te acostumbraste... Y nuestros castillos de arena caerán, dejarán de existir como si nunca hubieran estado 
ahí, se convertirán en montones de pequeños granos amontonados en una maleta sin fondo, sin sentido, sin mayor existencia que el recuerdo.
(En el momento justo en el que él se lo dijo).

El mundo de ella dejó de existir.

(encontrado en la red)