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Quien se queda mucho tiempo mirando a los sueños, termina pareciéndose a una sombra”

-André Malraux-

miércoles, 16 de julio de 2014

Corre corazón!

El cielo está tan nublado como su mente al despertar.
Cuesta levantarse cuando nadie te espera en ningún lado, cuando da lo mismo la hora a la que despiertes porque no hay un lugar específico  a dónde acudir, ninguna obligación  ni mundana ni sagrada.
Es un día más, un día que se definirá por ver el paso de las horas y por la apatía, como todos desde hace mucho.  Un día de la marmota eterno que se repite casi a diario.
No queda otra más que obligarse a  salir y así sale a la calle a pasear a su perro.
Hoy tomará otra dirección, ya tiene muy visto el barrio y el jardín de delante de su casa, hoy el paseo será por el parque.
Le gusta el color del día, las nubes tapan ese sol abrasador de verano y hasta se encuentra bien, está tranquila y observante de su entorno.
Al internarse en el parque  vuelve a sentirse privilegiada por vivir en su ciudad, donde todo es posible y la belleza es una constante.
Su corazón se sobresalta y casi no puede creer lo que ve. No es posible que él esté tan cerca, justo delante suyo caminando por el parque. ¿Como es posible que esté en su ciudad?
Ralentiza su paso y se para a cierta distancia y desde ahí  le observa, parado en el semáforo y siente como su corazón se le sale del pecho.
Sigue en su línea, viste igual que siempre,  con  pantalones claros y una pequeña mochila colgada en su espalda y ese pelo tan tieso y lleno de remolinos.
El semáforo cambia y el camina rápido ignorante de cómo le observan, como si tuviera prisa por llegar a algún lugar.
Ella duda si llamarle o si salir corriendo en dirección contraria y se decide por la segunda opción. Necesitaba ver su rostro, confirmar que ese cuerpo era el de él, que su memoria no le jugaba una mala pasada.
Después de tanto tiempo coinciden en el lugar más insospechado, pero su historia  es un libro que quiere mantener cerrado para siempre.
La duda se apodera de su mente y una vez más siente esa sensación de vulnerabilidad.
Piensa en que ocurrirá si él ha venido a buscarle de nuevo, cuáles serán sus palabras y todavía duda en cuáles serían las respuestas que le daría.  La cicatriz no está tan cerrada como creía. Su cabeza vuelve a ser un bordado de punto de cruz mirada por detrás, un verdadero embrollo de hilos de colores.
¿Qué vino a hacer aquí, tan lejos de su casa, qué está buscando?
No tiene soluciones  para tanta duda y pensar le cuesta demasiado, sigue impresionada.  Solo está segura de algo, no volverá a pasear por el parque, no fue una buena idea cambiar de trayecto, debe impedir a toda costa volver a verlo y caer en la  tentación de cruzar sus miradas.
El pasado vuelve a reaparecer, una vez más salta los cerrojos de las puertas y ella siente que viene a alcanzarla.

Corre, corre! Corre corazón y no mires atrás!




lunes, 7 de julio de 2014

Lunes monzónico


Hoy he despertado con el estrépito de varios truenos. Una tormenta ha inaugurado  mi ciudad en este lunes y  parece que por lo menos va a durar el resto del día, de hecho no ha cesado de llover y lo mejor es que me encanta.
Hoy tenía que hacer varias cosas, pero han quedado postergadas para cuando cese esta lluvia digna de los monzones asiáticos, no podía privarme de  contemplarla desde mi terraza.
Me hubiera encantado salir a la calle a empaparme , total estamos en verano y no creo que me hubiera resfriado.  Lo único que me hacía falta era atreverme a hacer algo que no hago desde niña, vencer el sentido del ridículo. 
Delante de casa hay un parque y con la lluvia no hay absolutamente nadie paseando. Hubiera sido tan fácil bajar y remojarme  y hacer un poquito la loca, después cruzar la calle y volver a mi casa y darme una ducha caliente, pero lo cierto es que no lo hice y empiezo a arrepentirme de haber dejado pasar una ocasión como esta, con una lluvia diluviana.
Supongo que me voy haciendo mayor y tardan en acudirme ideas locas como esta. Y ahora mismo la lluvia se dio una pausa.
 Cuando era pequeña, en la escuela, junto con mis amigas,  recuerdo habernos quedado en la pista de básquet bailando con los paragüas abiertos bajo la lluvia, emulando aquellas viejas películas de Ginger Rogers y Fred Astaire y no pasaba nada aunque esto ocurriera en invierno, a lo sumo un resfriado.  No nos importaba nada quien nos miraba ni las consecuencias, porque éramos niñas y solo nos importaba divertirnos, que maravillosos tiempos.
Pienso que envejecemos cuando empezamos a tener en cuenta la imagen que damos al exterior  y nos privamos de hacer todas esas cosas que nos gustan y que no son políticamente correctas a determinadas edades.
Dejamos de correr, de saltar y llega un momento en que hasta correr para alcanzar el autobús  empieza a ser complicado.
Voy a hacer una solemne promesa, si esta tarde vuelve a diluviar, voy a bajar al parque sin paraguas y me voy a empapar en agua de lluvia y giraré con los brazos abiertos igual que cuando era niña. Si se da la ocasión prometo poner una foto testimonial, aunque solo sea de mis pies.




sábado, 5 de julio de 2014

Te quiero Cuqui

Se que esto se ha terminado, que nunca voy a volver aquí, lo he decidido hace unas horas, pero solamente lo se yo, se con toda seguridad que voy a encontrar las explicaciones que justifiquen mi partida definitiva.
No volveré a ver los bosques de robles y encinas,  ni  recogeré las moras del camino que lleva al río.
No volveré a pasear en las tardes contigo mientras saltas alegre a mi alrededor, ni volveré a sonreír cuando das vueltas persiguiéndote el rabo para conseguir tu golosina. Creo que tu eres lo mas alegre que encontré en estos parajes castellanos, reino del invierno y la sobriedad.
Perdóname, me duele tanto dejarte atrás, no poder llevarte conmigo, porque aunque solo yo se que no volveré jamás a este lugar frío y triste, donde poco asoma el sol, quisiera que tu me acompañaras en el viaje y seguir juntas nuestro camino por la vida, pero no es posible, no me perteneces.
En estos momentos en los que repaso de un vistazo rápido todo el paisaje antes de subir al coche, creemé que lo único que me duele como un cuchillo clavado  es no llevarte conmigo. 
Ven abrázame una vez mas y lame mi  cara,  no te voy a regañar solo por esta vez. 
Te quiero Cuqui, aunque ya no estés.

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Mentir con los ojos

Era  imposible obviar los objetos estratégicamente descuidados por la casa. 
No podía cerrar los ojos a la evidencia una vez mas y callar, hacer como que no había visto nada.
¿Esto de quien es?  le preguntó  él con la cara seria.
Ella quedó sorprendida al darse cuenta del descuido y se acercó al escritorio donde el estaba sentado y  le dijo que las zapatillas eran del novio de su hermana, de cuando les presta la casa cuando ella  viaja y que seguramente se las había descuidado.
El podía adivinar la mentira en el tono de su voz y siguió mirándola por unos instantes mientras el silencio se adueñaba de la estancia.
Ella se sentó en la silla junto a él y tomándole de la mano le miró fijamente a los ojos diciéndole: ¿tu crees que yo dejaría que te traslades a vivir aquí conmigo si hubiera alguna otra persona en mi vida? ¿Me crees capaz de hacerte algo así? Tu vienes a mi casa porque yo te quiero.
El no terminaba de creerle, pero ella sostenía su verde mirada en la suya y rara vez alguien podía engañarle si conseguía escudriñar en las profundidades de sus pupilas. El la amaba tanto y deseaba intensamente que lo que le decía fuese verdad y recordaba que  le había dado pruebas muy importantes de su amor varias veces. 
No quería escuchar los gritos de alerta de su mente que quedaron ahogados por los latidos de su enamorado corazón.
Ella era capaz de mentir con la mirada y permitió que  el  volteara su vida con la frialdad de un pedazo de nieve de enero y un te amo falso en unos labios que compartía con otros hombres. 





viernes, 4 de julio de 2014

Tic tac


Sabía que el tiempo señalado había pasado y que el sueño no duraría mucho más. Daba igual las ganas que le pusiera en evitar lo inevitable, las profecías se cumplían una vez más y era consciente de que debía partir.
Solo necesitaba una excusa, un pequeño empujoncito que justificara su marcha, aún en contra de sus sentimientos.
Aferrarse a lo caducado no conducía a nada, solo a prolongar una agonía de lo que estaba finiquitado desde mucho antes de que naciera.
Y así ocurrió que  una tarde de abril miró a su alrededor, a cuanto amaba y se despidió con gran tristeza  para no volver.  
Y así tomada de su mano caminaba lentamente y con su mente, cerrando fuertemente los ojos  grababa en las yemas de sus dedos las huellas de sus manos que no volvería a acariciar en mucho tiempo. Sus pupilas les aislaban del entorno y  tras un fuerte abrazo una despedida que solo ella sabía que lo era sin poder evitar ser consciente del inmenso amor que le profesaba a pesar de todo y de lo que vendría mas tarde.
No ignoraba que debía dejar el tiempo correr  y alejarse para poder  recuperar una vez mas lo que siempre fue suyo desde el principio de los tiempos y en todas las vidas pasadas y futuras, aún en la rabia, aún en la distancia y el desamor,  el siempre seguía allí, imperturbable y callado.
Mira el calendario día tras día y presiente que se acerca la hora en que su mundo volverá a ponerse del revés. Llega el tiempo de la locura, de lo prohibido, de lo inconveniente e incómodo, de lo reprobable.
Un reloj  imposible de desechar está siempre suspendido entre los lazos que los unen a él con ella, a ella con él.
El tiempo que no cesa los vuelve a arrastrar de nuevo hacia el maquiavélico plan del destino.





GOYO



Hola Goyo. Ayer supe un poco más de ti.Es curioso como en ocasiones conocemos a personas cuando ya se han ido, por boca de sus familiares más queridos y justo en ese día en el que sabemos algo más de su pasado, los incorporamos a nuestra memoria y pasan de algún modo a formar parte de nuestras vidas y por eso hoy te dedico estos pensamientos y mis humildes letras.
Hace ya casi cuatro años conocí a al igual que a ti te conozco ahora, a otra persona, a tu esposa y madre de mi querido amigo Pepe. Pura o Candelas, Candelas o Pura decidió marcharse de este mundo a caballo de fuegos artificiales en la verbena de San Juan.
Aunque hace ya algunos días ella ya te estaba acompañando y reconfortando, ayer decidió no esperar más para emprender el viaje. Se acercó a ti y mientras dormías plácidamente te besó y cerró tu ojos para siempre. Sin dolor, sin angustia, se apagó la llama de tu vida en un dulce sueño mientras despertabas a otra vida más perfecta con el sonido de su voz en tu oído.
Atrás quedó tu cuerpo anciano y castigado por la vida y volviste a sentirte joven y ligero y sin mirar atrás, te aferraste a la dulce sonrisa y a la mano de Pura para recorrer una nueva etapa juntos.
Ella siempre cuidó de ti en vida y seguramente pensó que era mejor para ti partir antes de la verbena, pues a pesar de las maravillosas luces de los fuegos de artificio que iluminaron su camino la noche en que pasó al otro plano, el ruido era muy fuerte.
Ayer volvía de nuevo a reemprender ese camino pero de tu mano y lo único que quería era escuchar tu voz y con calma y en silencio mostrarte la senda de estrellas que lleva a ese lugar mejor, lleno de luz, donde te espera tanta gente a la que quisiste y que partieron hace ya mucho tiempo.
Ayer Pepe recordó mucho sobre ti, pudo entender muchas cosas y consiguió ser consciente de cuanto te quería, a pesar de que te lo ha demostrado todos estos años durante tu convalecencia y es que hechos son amores y él te amaba inconsciente e incondicionalmente.
En ocasiones los padres no sabemos transmitir todo nuestro amor a nuestros hijos por exceso de trabajo, cansancio, mil cosas. La afectividad la condicionan tantos factores que en determinadas etapas de la historia y circunstancias duras se llegan a reprimir los deseos de abrazar o besar a nuestros hijos, bien por querer hacerlos madurar y hacerlos fuertes. A ti te tocó vivir esos duros tiempos Goyo, esa época de cambios, dictaduras posguerra, soportando las duras tareas del campo y el peso de tatos hijos a los que alimentar, todos los que Dios enviaba en esos tiempos de la España profunda y rota.
Después tuviste que emigrar a una gran ciudad ajena y extraña, lejos de Soria, con toda tu gran familia , a ese lugar que luego sería tu tierra, Barcelona, donde luchaste duramente por los tuyos, hasta que ayer Pura te llamó y corriste amoroso a sus brazos.
Fuiste un hombre bueno, seguramente incomprendido como muchos, pero que junto con Pura supisteis sacar adelante a vuestros hijos, personas buenas y de provecho y eso quiere decir que hicisteis bien vuestro trabajo. Pepe y sus hermanos estos días se sienten mucho más tristes, más solos por vuestra pérdida, pero con la certeza de que os encontráis en un lugar mejor y eso les reconforta.
Seguro que a estas horas Pura y tú ya llegasteis al destino prometido y aunque andéis atareados abrazando a la familia y amigos que viven allí, tened por seguro que vuestros niños siempre os van a llevar en sus corazones hasta que llegue el momento de reuniros todos de nuevo.
Hoy te conozco un poquito más Goyo aunque muy probablemente tú ni sepas que yo existo.
Quién sabe si en un futuro, aunque la verdad espero sea muy lejano, Pepe nos presente a ti, a Pura y a mí y puede que en nuestra memoria permanezcan todavía los recuerdos de los pasos que dimos por la Tierra y hasta pueda mostraros de algún modo lo que un día os escribí para despediros y para que vuestra memoria permaneció en las redes de la Tierra que comunican a los seres humanos del mundo. Seguro que hoy mucha más gente os lleva en el pensamiento. Buen viaje Goyo. Un beso.






jueves, 3 de julio de 2014

Dejó de existir

Este post, inicio de este blog, se lo dedico a todos aquellos que sintieron partirse en dos sus corazones. A los que pensaban que su amor era para siempre y de hecho lo es,  porque el amor reside en  nuestro interior, solo cambia el receptor que decide si se queda o se va de nuestro lado.
Cuando todo termina nuestros besos buscan oxígeno en los recuerdos.


¿Te puedo pedir una cosa?
No te acostumbres a mí.
Ni a mi risa, ni a mis sonrisas en esos momentos, ni a mis besos, ni a mi olor. No te acostumbres a cómo te miro o te dejo de mirar, no te acostumbres a mi cara cuando "me enfado", ni a reírte de las cosas que digo. No te acostumbres... enserio.
Simplemente algún día me iré, nuestros caminos se separarán y echarás de menos esas cosas a las que un día te acostumbraste... Y nuestros castillos de arena caerán, dejarán de existir como si nunca hubieran estado 
ahí, se convertirán en montones de pequeños granos amontonados en una maleta sin fondo, sin sentido, sin mayor existencia que el recuerdo.
(En el momento justo en el que él se lo dijo).

El mundo de ella dejó de existir.

(encontrado en la red)