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Quien se queda mucho tiempo mirando a los sueños, termina pareciéndose a una sombra”

-André Malraux-

viernes, 4 de julio de 2014

Tic tac


Sabía que el tiempo señalado había pasado y que el sueño no duraría mucho más. Daba igual las ganas que le pusiera en evitar lo inevitable, las profecías se cumplían una vez más y era consciente de que debía partir.
Solo necesitaba una excusa, un pequeño empujoncito que justificara su marcha, aún en contra de sus sentimientos.
Aferrarse a lo caducado no conducía a nada, solo a prolongar una agonía de lo que estaba finiquitado desde mucho antes de que naciera.
Y así ocurrió que  una tarde de abril miró a su alrededor, a cuanto amaba y se despidió con gran tristeza  para no volver.  
Y así tomada de su mano caminaba lentamente y con su mente, cerrando fuertemente los ojos  grababa en las yemas de sus dedos las huellas de sus manos que no volvería a acariciar en mucho tiempo. Sus pupilas les aislaban del entorno y  tras un fuerte abrazo una despedida que solo ella sabía que lo era sin poder evitar ser consciente del inmenso amor que le profesaba a pesar de todo y de lo que vendría mas tarde.
No ignoraba que debía dejar el tiempo correr  y alejarse para poder  recuperar una vez mas lo que siempre fue suyo desde el principio de los tiempos y en todas las vidas pasadas y futuras, aún en la rabia, aún en la distancia y el desamor,  el siempre seguía allí, imperturbable y callado.
Mira el calendario día tras día y presiente que se acerca la hora en que su mundo volverá a ponerse del revés. Llega el tiempo de la locura, de lo prohibido, de lo inconveniente e incómodo, de lo reprobable.
Un reloj  imposible de desechar está siempre suspendido entre los lazos que los unen a él con ella, a ella con él.
El tiempo que no cesa los vuelve a arrastrar de nuevo hacia el maquiavélico plan del destino.





2 comentarios:

  1. Me alegra que vuelvas a escribir :)
    Me faltaban ya unos minutos de lectura por las mañanas con tus posts. Un besoo :*

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