Hoy he despertado con el estrépito de varios truenos. Una tormenta ha inaugurado mi ciudad en este lunes y parece que por lo menos va a durar el resto del día, de hecho no ha cesado de llover y lo mejor es que me encanta.
Hoy tenía que
hacer varias cosas, pero han quedado postergadas para cuando cese esta lluvia digna
de los monzones asiáticos, no podía privarme de
contemplarla desde mi terraza.
Me hubiera
encantado salir a la calle a empaparme , total estamos en verano y
no creo que me hubiera resfriado. Lo único
que me hacía falta era atreverme a hacer algo que no hago desde niña, vencer el
sentido del ridículo.
Delante de casa hay un parque y con la lluvia no hay absolutamente nadie paseando. Hubiera
sido tan fácil bajar y remojarme y hacer
un poquito la loca, después cruzar la calle y volver a mi casa y darme una
ducha caliente, pero lo cierto es que no lo hice y empiezo a arrepentirme de
haber dejado pasar una ocasión como esta, con una lluvia diluviana.
Supongo que me
voy haciendo mayor y tardan en acudirme ideas locas como esta. Y ahora mismo la
lluvia se dio una pausa.
Cuando era pequeña, en la escuela, junto con
mis amigas, recuerdo habernos quedado en
la pista de básquet bailando con los paragüas abiertos bajo la lluvia, emulando
aquellas viejas películas de Ginger Rogers y Fred Astaire y no pasaba nada
aunque esto ocurriera en invierno, a lo sumo un resfriado. No nos importaba nada quien nos miraba ni las
consecuencias, porque éramos niñas y solo nos importaba divertirnos, que
maravillosos tiempos.
Pienso que
envejecemos cuando empezamos a tener en cuenta la imagen que damos al exterior y nos privamos de hacer todas esas cosas que
nos gustan y que no son políticamente correctas a determinadas edades.
Dejamos de
correr, de saltar y llega un momento en que hasta correr para alcanzar el autobús empieza a ser complicado.
Voy a hacer una
solemne promesa, si esta tarde vuelve a diluviar, voy a bajar al parque sin
paraguas y me voy a empapar en agua de lluvia y giraré con los brazos abiertos
igual que cuando era niña. Si se da la ocasión prometo poner una foto testimonial,
aunque solo sea de mis pies.
A mi no me gusta la lluvia, pero es una buena idea la tuya. Espero que la pongas en práctica la próxima vez; porque... es como dices, reprimir estas cosas nos hace mayores...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho leerte.
Un beso enorme, preciosa
En ocasiones me pregunto en que momento decidimos dejar de hacer lo que nos pedía el cuerpo, por no ser correcto cuando se empieza a crecer. Se nos atrofian las emociones y cada vez nos cuesta mas correr o simplemente saltar. ¿como recuperar toda esa frescura sin pasar por loca? Salí al parque y me remojé bien y ¿sabes? no pasó nada, ni un estornudo y fue maravilloso...es verano.
ResponderEliminarUn beso amiga mía.